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Aarón les respondió:

―Quitadles a vuestras mujeres los aretes de oro, y también a vuestros hijos e hijas, y traédmelos.

Todos los israelitas se quitaron los aretes de oro que llevaban puestos, y se los llevaron a Aarón, quien los recibió y los fundió; luego cinceló el oro fundido e hizo un ídolo en forma de becerro. Entonces exclamó el pueblo: «Israel, ¡aquí tienes a tus dioses que te sacaron de Egipto!»

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